Ecuador firma acuerdo que dejará el petróleo bajo tierra
Lunes, 09 de Agosto de 2010 12:24
Histórico. Es difícil calificar de otra manera el primer acuerdo firmado en la historia de la humanidad para no explotar un yacimiento petrolero a fin de conservar un área de gran biodiversidad y evitar la emisión de 407 millones de toneladas métricas de CO2 que contribuirían al calentamiento global. Luego de dos años de intensas negociaciones, avances y retrocesos, este 3 de agosto Ecuador firmó el fideicomiso del proyecto Yasuní-ITT, un instrumento financiero que será administrado por el PNUD y que permitirá concretar la iniciativa ecologista surgida desde organizaciones de la sociedad civil hace una década.
A través de este fideicomiso, Ecuador espera recibir de la comunidad internacional un monto de 3.600 millones de dólares, que equivalen a la mitad de los 7 mil millones de dólares que generaría la explotación del petróleo del Yasuní. De esta manera, Ecuador se convierte en el principal país aportante de esta iniciativa, pues dejará de percibir la diferencia, tal como explica Rebeca Grynspan, del PNUD.
El aporte internacional busca apelar a la co-responsabilidad global con respecto al cambio climático. El fideicomiso recibirá aportes de Estados, empresas, fundaciones o ciudadanos individuales, y el Gobierno ecuatoriano ya anunció que se recibirán donaciones desde 50 centavos de dólar. Los donantes recibirán a cambio un “Certificado de Garantía del Yasuní”, documento que garantizará que "el crudo se queda, de manera indefinida, bajo tierra", según la ministra de Patrimonio, María Fernanda Espinoza. El certificado consignará el monto donado y la cantidad de CO2 que no se emitirán gracias a la donación. De violar Ecuador el acuerdo y extraer el petróleo del Yasuní, el Gobierno deberá devolver el íntegro del dinero entregado en fideicomiso.
El fondo generado de esta manera no ingresará directamente al gasto corriente del Estado ecuatoriano, sino que se dividirá en dos partes: por un lado el capital, que sólo se invertirá en investigación e implementación de energías alternativas que permitan al país superar el modelo petróleo-dependiente; y por otro lado los intereses, que se utilizarán en cinco rubros prioritarios: obras de desarrollo social, de conservación ambiental, contra la deforestación, la deficiencia energética, y ciencia y tecnología. El fondo será administrado por un Comité Directivo conformado por tres miembros del Gobierno, dos representantes de los donantes al fideicomiso, y uno de la sociedad civil.
El proyecto Yasuní-ITT apela, de esta manera, a que la voluntad expresada por los Gobiernos y por la sociedad civil global en torno a la lucha contra el cambio climático, se traduzca en acciones concretas. Ecuador espera recibir el fondo de 3.600 millones de dólares en los próximos 13 años, y la primera meta es asegurar 100 millones en los primeros 18 meses. Esa no parece ser una meta imposible, puesto que Alemania, por ejemplo, ya ha ofrecido aportar 50 millones anuales. Otros gobiernos, como los de España, Bélgica, Francia e incluso Chile, también han ofrecido realizar aportes. Pero recién cuando se constituya ese fondo de 100 millones, el fideicomiso empezará a operar como tal: hasta entonces, el Gobierno ha dejado abierta la posibilidad de extraer el petróleo del Yasuní.
La iniciativa, lanzada desde hace una década por organizaciones de la sociedad civil, fue promovida por Alberto Acosta, el primer ministro de Energía y Minas del gobierno de Rafael Correa, y fue asumida como política del Estado desde el 2007, año en que empezaron las negociaciones para la llamada “primera opción para el Yasuní”, siendo la segunda opción la extracción del petróleo. El proceso tuvo numerosos retrocesos, como la renuncia del primer comité negociador del fideicomiso por fuertes discrepancias con Correa, y por momentos parecía que el Gobierno estaba cediendo a las presiones de las empresas petroleras. Sin embargo, una fuerte presión ciudadana reflejada en las encuestas, según las cuales un 75% de los ecuatorianos prefiere que no se explote el yacimiento, ha ayudado a que la iniciativa siga adelante.
En palabras de Esperanza Martínez, de Acción Ecológica, “la iniciativa Yasuní puede y debe allanar el camino a un Ecuador post petrolero. De hecho ha permitido contraponer la idea clásica de priorizar la explotación, a la de conservar el patrimonio. Es necesario superar las medidas y políticas de más exploraciones, más explotación y más consumo, que nos atan al modelo petrolero”.
El Yasuní es una de las zonas de mayor biodiversidad en el planeta, y fue convertido en parque nacional en 1979. Sólo dentro de una hectárea del Yasuní se han encontrado 644 especies de árboles, y el parque podría albergar unas unas 2.244 especies de árboles y arbustos, muchas de ellas aún desconocidas para la ciencia. Además, habitan en la zona dos pueblos indígenas en aislamiento voluntario, los Tagaeri y los Taromenane. En contraste con esta enorme riqueza natural y cultural, la explotación de los 800 millones de barriles de petróleo que se hayan en el subsuelo, en el bloque Ishpingo Tambococha Tiputini (ITT), generarían mucho dinero pero sólo alcanzarían a cubrir ocho días del consumo global de ese combustible.
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